Es curioso. Podríamos preguntarnos: en nuestra vida cotidiana, ¿con qué frecuencia recibo un elogio? ¿cada cuánto las personas que me rodean dicen algo bueno de mí? Resulta triste que oir algo bueno acerca de nosotr@s mism@s se acabe convirtiendo más en una excepción que en una norma. En cambio, cuestiones negativas, defectos, cosas que hacemos mal,... a la orden del día.
Reflexionemos, pues: ¿cómo afecta esto a nuestra autoestima? Y es que nada de lo que recibimos o hacemos en la vida resulta inocuo, en el sentido de que no afecta en absoluto, de que tal como viene, se va. No, no es así. Todo tiene una repercusión: en mayor o en menor medida, a corto o a largo plazo acaba apareciendo como si de un síntoma secundario se tratara.
Si hemos sido capaces de reflexionar para nosotr@s mism@s a este respecto, ahora hagamos el ejercicio de pensar cómo puede afectar esto a nuestr@s hij@s. Para apoyar a este pensamiento, os dejo en manos del Dr. Augusto Cury (Padres Brillantes, Profesores Fascinantes):
El elogio alivia las heridas del alma, educa las emociones y la autoestima. Elogiar es alentar y enfatizar las características positivas. Hay padres y maestros que nunca elogian a sus hijos y estudiantes.
¿Cómo ayuda a un alumno o hijo que ha fallado, atacado a otros o tenido reacciones inadmisibles? Uno de los grandes secretos es usar la técnica elogio-crítica. Primero, elogie algunas de sus características. El elogio estimula el placer, y el placer abre las ventanas de la memoria.
Momentos después, puede criticarlo e invitarlo a reflexionar sobre su falla.
Criticar sin elogiar primero entorpece la inteligencia, hace que el joven reaccione por instinto, como un animal amenazado. Los seres humanos más agresivos se derriten con un cumplido y, por lo tanto, se les desarma para poder ayudarles. Muchos asesinatos podrían haberse evitado si, durante el primer minuto de tensión, la persona amenazada hubiera expresado algún cumplido a su agresor.
Una vez, un hombre de ascendencia alemana, cuyos abuelos sufrían de traumas de guerra, vino a mi oficina. Era muy agresivo. Dijo que mataría a cualquiera que se cruzara en su camino, incluyendo a sus hijos. En una de las sesiones, le dije algo que no le gusto, sacó una pistola y me amenazó. ¿Sabe usted lo que hice? No me dejé intimidar. Lo miré a los ojos y le hice un cumplido. Le pregunté: “¿Por qué un hombre inteligente necesita un arma para exponer sus ideas?”, y continué: “¿Sabe que usted tiene una gran capacidad intelectual, y que a través de ella puede ganarse a cualquier persona?”
El cumplido lo sorprendió. Su ira se derritió como el hielo bajo el sol de mediodía. Comenzó a llorar. De ahí en adelante, tuvo una excelente evolución en su tratamiento. Se volvió un ser humano muy amigable. Si yo no hubiera actuado de esa manera, probablemente no estaría aquí escribiendo este libro.
Vacunar contra la discriminación
Pruebe elogiando a su pareja, a sus hijos, a sus estudiantes y a sus compañeros de trabajo antes de criticarlos. Siempre hay razones para valorar; encuéntrelas. Después del cumplido, haga su crítica, pero dígala una sola vez. No se genera un momento educacional repitiendo la crítica, sino mediante su registro privilegiado. Si usted utiliza esta técnica durante unos meses, sus relaciones sociales serán totalmente distintas. Será capaz de conquistar a la gente más fría e insoportable.
No hay niños problemáticos, sino niños que tienen problemas. Elogie a los niños tímidos, obesos, discriminados, hiperactivos, difíciles y agresivos. Aliente a aquellos de quienes todos se burlan, a los que se sienten menos que los demás. Ser un educador es ser un promotor de la autoestima.
¿Cómo ayuda a un alumno o hijo que ha fallado, atacado a otros o tenido reacciones inadmisibles? Uno de los grandes secretos es usar la técnica elogio-crítica. Primero, elogie algunas de sus características. El elogio estimula el placer, y el placer abre las ventanas de la memoria.
Momentos después, puede criticarlo e invitarlo a reflexionar sobre su falla.
Criticar sin elogiar primero entorpece la inteligencia, hace que el joven reaccione por instinto, como un animal amenazado. Los seres humanos más agresivos se derriten con un cumplido y, por lo tanto, se les desarma para poder ayudarles. Muchos asesinatos podrían haberse evitado si, durante el primer minuto de tensión, la persona amenazada hubiera expresado algún cumplido a su agresor.
Una vez, un hombre de ascendencia alemana, cuyos abuelos sufrían de traumas de guerra, vino a mi oficina. Era muy agresivo. Dijo que mataría a cualquiera que se cruzara en su camino, incluyendo a sus hijos. En una de las sesiones, le dije algo que no le gusto, sacó una pistola y me amenazó. ¿Sabe usted lo que hice? No me dejé intimidar. Lo miré a los ojos y le hice un cumplido. Le pregunté: “¿Por qué un hombre inteligente necesita un arma para exponer sus ideas?”, y continué: “¿Sabe que usted tiene una gran capacidad intelectual, y que a través de ella puede ganarse a cualquier persona?”
El cumplido lo sorprendió. Su ira se derritió como el hielo bajo el sol de mediodía. Comenzó a llorar. De ahí en adelante, tuvo una excelente evolución en su tratamiento. Se volvió un ser humano muy amigable. Si yo no hubiera actuado de esa manera, probablemente no estaría aquí escribiendo este libro.
Vacunar contra la discriminación
Pruebe elogiando a su pareja, a sus hijos, a sus estudiantes y a sus compañeros de trabajo antes de criticarlos. Siempre hay razones para valorar; encuéntrelas. Después del cumplido, haga su crítica, pero dígala una sola vez. No se genera un momento educacional repitiendo la crítica, sino mediante su registro privilegiado. Si usted utiliza esta técnica durante unos meses, sus relaciones sociales serán totalmente distintas. Será capaz de conquistar a la gente más fría e insoportable.
No hay niños problemáticos, sino niños que tienen problemas. Elogie a los niños tímidos, obesos, discriminados, hiperactivos, difíciles y agresivos. Aliente a aquellos de quienes todos se burlan, a los que se sienten menos que los demás. Ser un educador es ser un promotor de la autoestima.
Si pudiera, iría de escuela en escuela en varias partes del mundo, capacitando a los maestros para comprender el funcionamiento de la mente y para entender que dentro del pequeño espacio de la escuela se activan grandes traumas emocionales. En vez de elogios hay críticas agresivas. Con frecuencia, los estudiantes se lastiman seriamente entre sí.
No permita, bajo ninguna circunstancia, que los estudiantes llamen a sus compañeros “gordo” o “elefante” porque son obesos. No tiene usted idea del vacío emocional que estos apodos provocan en el campo del inconsciente. No les permita hablar peyorativamente acerca de los defectos físicos y el color de la piel de los demás. Estas bromas no son inocentes.
Ocasionan graves conflictos que nunca se pueden borrar, sólo reeditar. La discriminación es un cáncer, una mancha que siempre ha empañado nuestra historia.
Desde pequeñas, enseñé a mis hijas a entender que dentro de cada ser humano hay un mundo por descubrir. Han aprendido a vacunarse contra la discriminación. Tengo ascendencia europea y oriental. ¿Sabe usted cuál es el color de las dos muñecas de mis hijas menores? Negro. Se duermen felices con sus muñecas negras, aun cuando nosotros somos blancos. Nunca he interferido con esta elección. Ellas han aprendido a amar la vida.
Enseñe a los jóvenes con palabras, y sobre todo con actitudes, a amar a la especie humana. Dígales que más importante que ser americanos, árabes, judíos, blancos, negros, ricos o pobres, es el hecho de que somos una especie fascinante. En el trasfondo de nuestra inteligencia, somos más parecidos de lo que imaginamos. Elogie la vida. Invite a los jóvenes a soñar. Si dejan de creer en la vida, no habrá futuro.
No permita, bajo ninguna circunstancia, que los estudiantes llamen a sus compañeros “gordo” o “elefante” porque son obesos. No tiene usted idea del vacío emocional que estos apodos provocan en el campo del inconsciente. No les permita hablar peyorativamente acerca de los defectos físicos y el color de la piel de los demás. Estas bromas no son inocentes.
Ocasionan graves conflictos que nunca se pueden borrar, sólo reeditar. La discriminación es un cáncer, una mancha que siempre ha empañado nuestra historia.
Desde pequeñas, enseñé a mis hijas a entender que dentro de cada ser humano hay un mundo por descubrir. Han aprendido a vacunarse contra la discriminación. Tengo ascendencia europea y oriental. ¿Sabe usted cuál es el color de las dos muñecas de mis hijas menores? Negro. Se duermen felices con sus muñecas negras, aun cuando nosotros somos blancos. Nunca he interferido con esta elección. Ellas han aprendido a amar la vida.
Enseñe a los jóvenes con palabras, y sobre todo con actitudes, a amar a la especie humana. Dígales que más importante que ser americanos, árabes, judíos, blancos, negros, ricos o pobres, es el hecho de que somos una especie fascinante. En el trasfondo de nuestra inteligencia, somos más parecidos de lo que imaginamos. Elogie la vida. Invite a los jóvenes a soñar. Si dejan de creer en la vida, no habrá futuro.
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